domingo, 12 de enero de 2014

LA CHIQUITA PICONERA


Es este cuadro el auténtico testamento pictórico de Julio Romero de Torres, donde sintetiza toda su concepción de la pintura y del arte. Es un retrato lleno de madurez, hondura y sosiego.
La escena de este lienzo, se desenvuelve en el interior de una humilde habitación, donde una joven sentada en una silla de anea, se adelanta sobre un brasero de cobre, sosteniendo en sus manos una badila de metal. Una puerta abierta, deja ver al fondo, el paseo de la Ribera, el Río Guadalquivir, el Puente Romano y la Calahorra, todo bajo un cielo de anochecer. Sus acostumbrados fondos de luminosos atardeceres, se vuelven aquí oscuro anochecer, presagiando quizá  la vida del maestro que se apagaba.
Lienzo de técnica casi fotográfica en el tratamiento de los planos, donde la modelo mira penetrante, no al infinito como en la pintura clásica, sino de una forma directa y próxima, donde se encuentran todos los elementos fundamentales que definen la pintura de Romero de Torres: Córdoba envuelta en brumas, siempre distante y próxima; la belleza como ideal, reflejada en la mujer; la mezcla de ardor y frialdad; de dulzura y desencanto, de arcaísmo y modernidad; de nostalgia y presencia.

1 comentario:

Pedro Pérez dijo...

Me encanta el detalle de que la bisagra del brasero se levante. Papá, eres genial !!!!