domingo, 27 de marzo de 2016

LA VIRGEN CON EL NIÑO Y DOS ÁNGELES



Esta obra de Filippo Lippi, realizada alrededor de 1465, es una de sus pinturas más conocida y admiradas del Renacimiento.
Filippo Lippi, monje carmelita, no propio fiel a las obligaciones de la vida religiosa, se enamoró perdidamente de la monja Lucrezia Buti. Ella le correspondía y después de años de apasionado y “secreto”romance, ambos renunciaron a sus votos. Tuvieron dos hijos una hija y un hijo, Filippino, destinado a convertirse en un célebre pintor que siguió los pasos de su padre.
La popularidad de esta obra se deriva probablemente al hecho de que muchos piensan que la Virgen pudiera ser el retrato de Lucrezia Buti.
 
La Virgen María está representada de perfil, rezando delante del niño sostenido por dos ángeles cuyos rostros parecen el de dos bribones o niños pequeños. Detrás de ellos un vasto paisaje inspirado en las pinturas flamencas. El peinado de María es muy elegante, adornado con perlas y velos.


La dulzura y elegancia con la que viene representada, así como la gracia de los velos y del peinado será un modelo de elegancia para muchos pintores como Botticelli

 



De hecho el autor del  “Nacimiento de Venus” y  “Primavera”, no fue solo alumno de Filippo Lippi sino también amigo y colega de Filippino.





LAS TRES GRACIAS



Antonio Canova (Possagno, 1 de noviembre de 1757 – Venecia, 13 de octubre de 1822).
Su estilo estuvo inspirado en gran medida en el arte de la Antigua Grecia y sus obras fueron comparadas por sus contemporáneos con la mejor producción de la antigüedad, fue considerado el mejor escultor europeo desde Bernini. 
 
En la mitología griega, las Cárites o Gracias (en griego Χάριτες, en latín Gratiae) eran las diosas del encanto, la belleza, la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad. Habitualmente se consideran tres, de la menor a la mayor: 
Aglaya (‘Belleza’), Eufrósine (‘Júbilo’) y Talía (‘Festividades’).
La obra está tallada de una sola pieza de mármol blanco. Los asistentes de Canova desbastaron el mármol hasta perfilar las figuras, y dejaron a Canova terminar la talla final y dar forma a la piedra para resaltar la piel suave de las Gracias. Esto fue una marca registrada del artista, y la obra muestra una fuerte alianza al movimiento Neo-Clásica del cual Canova es el máximo exponente en el campo de la escultura. Las líneas son exquisitas, refinadas y elegantes.
Las tres diosas se muestran desnudas, juntas en un abrazo, sus cabezas casi tocándose en lo que muchos han calificado como una obra de ‘carga erótica’. Están de pie, inclinadas hacia dentro; quizás discutiendo un problema común, o simplemente disfrutando estando juntas. Sus estilos de peinado son similares, con el cabello trenzado y sostenido en la parte superior de sus cabezas en un nudo.
El estilo es elegante y sugiere refinamiento y clase; hay una belleza delicada en ellas que es común en la escultura de Canova. Los historiadores del arte han comentado en el equilibrio pacífico que parece existir entre las cabezas de las tres Gracias. A diferencia de las composiciones habituales de las tres Gracias, que derivan de la antigüedad (donde las figuras externas están colocadas hacia el espectador y la figura central se acerca a sus amigas con su espalda en el espectador) las figuras de Canova están de lado a lado, enfrentándose.

PAULINA BONAPARTE



Esta escultura realizada en mármol es obra del famoso escultor Antonio Canova (1757-1822).
La joven ha sido representada siguiendo los modelos de las Venus victoriosas de la antigüedad clásica: recostada sobre un sillón la hermana de Napoleón sostiene la cabeza con su mano mientras la otra descansa sobre su pierna, esta misma postura fue utilizada en numerosas ocasiones por los artistas para representar a la diosa del amor.
Desnuda de cintura para arriba, un fino paño cae por el respaldo del sillón y se ajusta a sus piernas cubriendo su desnudez. Su cabello aparece recogido en una coleta despeinada y tan solo una pulsera adorna su bello cuerpo. En la mano que reposa sobre su pierna, una manzana hace referencia al mito de Paris y la belleza de Venus.
Si bien es cierto que Paulina Borghese tan solo contaba con veinticinco años en el momento en que Canova la retrató, la pericia del maestro hace que ésta adquiera un porte muy maduro y sensual; su mirada perdida acentúa aún más el sentimiento de relajación y belleza que trasmite la hermana del emperador.
La obra, tallada completamente en mármol, adquiere una gran calidad en la representación de los materiales destacando la representación del diván sobre el que la joven aparece recostada así como el paño que cubre su desnudez.. En la escultura de Paulina todo es armonía y equilibrio.
Pese a que el encargo de esta escultura fue mandado realizar por el marido de Paulina, Camillo Borghese, la sensualidad y belleza que desprendía la obra de Canova hizo que éste mostrara en contadas ocasiones al público esta excepcional representación de su mujer.