Esta
obra de Filippo Lippi, realizada alrededor de 1465, es una de sus
pinturas más conocida y admiradas del Renacimiento.
Filippo
Lippi, monje carmelita, no propio fiel a las obligaciones de la vida religiosa,
se enamoró perdidamente de la monja Lucrezia Buti. Ella le correspondía
y después de años de apasionado y “secreto”romance, ambos renunciaron a sus
votos. Tuvieron dos hijos una hija y un hijo, Filippino, destinado a
convertirse en un célebre pintor que siguió los pasos de su padre.
La
popularidad de esta obra se deriva probablemente al hecho de que muchos piensan
que la Virgen pudiera ser el retrato de Lucrezia Buti.
La
Virgen María está representada de perfil, rezando delante del
niño sostenido por dos ángeles cuyos rostros parecen el de dos bribones
o niños pequeños. Detrás de ellos un vasto paisaje inspirado en las pinturas
flamencas. El peinado de María es muy elegante, adornado con perlas y velos.
La
dulzura y elegancia con la que viene representada, así como la gracia de los
velos y del peinado será un modelo de elegancia para muchos
pintores como Botticelli.
De hecho el autor del “Nacimiento
de Venus” y “Primavera”, no fue solo alumno de Filippo Lippi sino también
amigo y colega de Filippino.
1 comentario:
Preciosa como todas tus tallas
Un abrazo de tu compañero Montero
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