La sibila eritrea era la sacerdotisa profética de la mitología griega, que residía en Jonia, al oeste de la península Anatolia. Era natural de Caldea, al sur de Babilonia, siendo hija de Berosus y de Erimanta.
El sabio Apolodoro de Atenas se cita como referente de los hechos de esta famosa sibila, a la que acredita como adivinadora de la guerra de Troya, con la destrucción de la ciudad y la desleal obra de Homero.
Se dice que la sibila eritrea popularizó los acrósticos mediante versos escritos en hojas vegetales.
lunes, 11 de octubre de 2010
SIBILA DÉLFICA
La figura está sentada, como las otras Sibilas y los profetas, sobre un trono de piedra o mármol, y entre dos pilares con dos columnillas de oro cada uno. En los pilares de mármol están pintadas esculturas simuladas de pequeños amorcillos desnudos. No obstante, aquí los amorcillos no se representan en línea, sino siguiendo una diagonal que lleva al interior del cuadro. Con este efecto logra separar la figura del fondo arquitectónico. Debajo de ella aparece su nombre en latín: DELPHICA.
La figura tiene el cuerpo girado hacia la izquierda, preocupada por desenrollar un pliego que contiene la profecía, con el brazo izquierdo doblado por delante. Sin embargo, la cabeza se gira hacia la derecha, con expresión de sorpresa, casi como si viera el advenimiento de Jesucristo que confirma la profecía. Este giro del cuerpo hacia un lado y la cabeza hacia otro es típico del Tondo Doni, pero aquí tiene aún más fuerza. Un manto azul y naranja le ciñe las espaldas y la túnica verde claro, mientras que en la cabeza tiene una tela azul. Es un colorido frío, que recuerda a una escultura de mármol policromado.
Como el resto de las pinturas de Miguel Ángel, la figura es escultórica, con estudio de la anatomía, aunque su complexión corresponden más al de un joven musculoso. La cara de la Sibila es muy similar al de las Madonnas que Miguel Ángel realizó en su juventud. Es probablemente la Sibila más joven y bella de las que se presentan en la bóveda.
Detrás de ella se encuentran 2 ángeles, uno de ellos mirando un libro que contiene, seguramente, alguna profecía de esta Sibila.
La figura tiene el cuerpo girado hacia la izquierda, preocupada por desenrollar un pliego que contiene la profecía, con el brazo izquierdo doblado por delante. Sin embargo, la cabeza se gira hacia la derecha, con expresión de sorpresa, casi como si viera el advenimiento de Jesucristo que confirma la profecía. Este giro del cuerpo hacia un lado y la cabeza hacia otro es típico del Tondo Doni, pero aquí tiene aún más fuerza. Un manto azul y naranja le ciñe las espaldas y la túnica verde claro, mientras que en la cabeza tiene una tela azul. Es un colorido frío, que recuerda a una escultura de mármol policromado.
Como el resto de las pinturas de Miguel Ángel, la figura es escultórica, con estudio de la anatomía, aunque su complexión corresponden más al de un joven musculoso. La cara de la Sibila es muy similar al de las Madonnas que Miguel Ángel realizó en su juventud. Es probablemente la Sibila más joven y bella de las que se presentan en la bóveda.
Detrás de ella se encuentran 2 ángeles, uno de ellos mirando un libro que contiene, seguramente, alguna profecía de esta Sibila.
SIBILA CUMANA
Sibila de Cumas era natural de Eritrea, ciudad importante de Jonia (en la costa oeste de la actual Turquía). Su padre era Teodoro y su madre una ninfa. Se cuenta de ella que nació en una gruta del monte Córico. Nació con el don de la profecía y hacía sus predicciones en verso. Se la conocía como Sibila de Cumas porque pasó la mayor parte de su vida en esta ciudad situada en la costa de Campania (Italia).
En la antigüedad se la consideró como la más importante de las diez sibilas conocidas. A ésta se la llamaba también Deífoba, palabra que significa deidad o forma de dios. Apolo era el dios que inspiraba las profecías de las sibilas. A la sibila de Cumas le prometió concederle un gran deseo. La sibila cogió un puñado de arena en su mano y pidió vivir tantos años como partículas de tierra había cogido; pero se le olvidó pedir la eterna juventud, así es que con los años empezó a consumirse tanto que tuvieron que encerrarla en una jaula que colgaron del templo de Apolo en Cumas. La leyenda dice que vivió nueve vidas humanas de 110 años cada una.
En la antigüedad se la consideró como la más importante de las diez sibilas conocidas. A ésta se la llamaba también Deífoba, palabra que significa deidad o forma de dios. Apolo era el dios que inspiraba las profecías de las sibilas. A la sibila de Cumas le prometió concederle un gran deseo. La sibila cogió un puñado de arena en su mano y pidió vivir tantos años como partículas de tierra había cogido; pero se le olvidó pedir la eterna juventud, así es que con los años empezó a consumirse tanto que tuvieron que encerrarla en una jaula que colgaron del templo de Apolo en Cumas. La leyenda dice que vivió nueve vidas humanas de 110 años cada una.
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